Santiago, Chile, siglo pasado, mediados de la década de los ' 90. Tenía 11 años, quizás un poco menos. Mi vida giraba en torno al colegio, la pintura, los monitos cebolleros japoneses y la literatura barata. Aún no conocía a ninguno de los que serían mis "maestros" en cuanto a libros se refiere, por lo que me conformaba con leer cualquier tontera que llegara a mis manos.

Entre muchas otras cosas, me fascinaba leer el diario. Como todo niño me interesaban los mini-diarios infantiles que salían especialmente los Domingos. Él más famoso de todos era el "Timón" de El Mercurio. Como en mi casa compraban La Tercera, no me quedaba más que conformarme con la competencia: el suplemento "Papas Fritas". Era como el Timón, pero con olor a fritanga.

No sólo lo leía, también me gustaba participar en él. Mandaba cartas a los concursos, esperando que la vida me sonriera y me mostrara sus dientes llenos de regalos. Pero cada carta que mandaba era un nuevo fracaso, un balde de agua fría para mis tontas ilusiones. Hasta que un día, en un evento inédito dentro del universo "Papas Fritas", se lanzó un concurso donde no se premiaría la suerte, sino que la inteligencia y la creatividad.

El juego se titulaba: "¿Qué es Flubber?" y tenía como objetivo definir a la nueva criatura de los estudios Disney (protagonista de la película del mismo nombre). Sí.... esa comedia protagonizada por Robin Williams (el de la Sociedad de los Poetas Muertos) donde hace de un científico loco creador de una nueva sustancia mágica llamada Flubber. Las personas que mandaran las mejores respuestas obtendrían entradas gratis al cine (para ver la peli) y un "premio sorpresa" (léase con impacto)

Muy entusiasmado junté toda mi imaginación en un papel y envié mi propia descripción de Flubber. No recuerdo que escribí sólo sé que, según el jurado del concurso, fue la respuesta más corta que recibieron. Fueron tan sólo 2 palabras!!!

Sea lo que sea lo escrito al parecer fue genial. Mi sueño se cumplió, mis años de esfuerzo se vieron recompensados gracias a la magia de Walt Disney y Mickey Mouse.

Gané!

Fui al cine con mi hermano y mi madre. Nos regalaron bebidas y pop-corn. No existían los Hoyts, creo que fue en el Gran Palace. Sin embargo lo mejor fue el misterioso "Premio Sorpresa".

Era un lápiz... un lápiz genial. En una de sus puntas (la que no escribía) tenía un pequeño aparatito de vidrio formado por 2 esferas, una encima de la otra. En la pelotita de abajo se acumulaba un líquido verde, sospechosamente parecido a Flubber. Si tocabas esa esfera, el líquido comenzaba a subir mágicamente hacia la pelotita de arriba. I-N-C-R-E-I-B-L-E! Un líquido que desafiaba la gravedad!

Pasaba horas jugando con eso, viendo como Flubber cobraba vida cada vez que lo tocaba. Lo llevé al colegio, era la envidia de mis compañeros. Bueno... en realidad eso creía yo. Ahora que lo pienso creo que a nadie le importaba el susodicho lápiz, pero para mí era lo máximo.

Años después un profe de historia me ofrecería pasar el ramo con 7 si le regalaba el lápiz. Nunca acepté. Todavía, a pesar de haber crecido un poco, estaba bajo el encanto de Flubber.

Pasó el tiempo y el lápiz se fue al olvido.

Hoy no sé donde está.

No recuerdo haberlo guardado, pero tampoco haberlo perdido.

Puede que esté dentro de algún cajón de mi casa o quizás enterrado en las profundidades del patio. Incluso es probable que mi antiguo profe de historia lo guarde celosamente en su propio reino.

Sólo sé que ese lápiz representó todos mis sueños de niño y ahora no es más que un recuerdo, la huella tonta de una niñería, una anécdota que incluso me averguenza contar.