23 febrero 2006

Requiem for a Friend



Salí a recorrer las calles junto a mi vieja mochila Head.

Mi meta era clara: ir a alguna peluquería y despedirme de mi ya crecida cabellera.


Hace hasta algunos meses solía cortarme el pelo con un señor bastante simpático y conversador en una calle cercana a la Alameda vereda sur, a la altura del Planetario. Era una persona re buena onda, altamente amable y super preguntón. Luego de 3 cortes de pelo ya sabía casi todo sobre mi vida... donde estudiaba, que me gustaba comer, quienes eran mis amigos, cuanto calzaba, cuantos hermanos tenía, en que trabajaba mi madre, cuanto me gustaba el futbol, mi música preferida, mi pintor favorito, etc, etc, etc.

También me interrogaba sobre física, matemáticas y literatura. Era un hombre que sabía bastante y , como el decía, le encantaba aprender algo nuevo cada día.

Cortaba muy bien el pelo, debo admitirlo. En cierto modo me agradaba conversar con él y cuestionarme un par de cosas. Porque el tipo preguntaba mucho, más de lo necesario.

Pero este señor murió. Un ataque al corazón... algo fulminante y triste, en especial para su familia (esposa y varios hijos escolares). Era una gran persona y un excelente peluquero.

Me vi obligado a buscar otro peluquero, no lo he encontrado.


Vago por las calles buscando un nuevo hogar para mi gastado pelo, un nuevo templo en donde santificar mi look.

En eso estaba cuando llegué a la peluquería del Mall del Terminal de Buses Alameda. Es una peluquería pequeña, pero pintoresca. Uno puede mirar a través de la vitrina todo lo que pasa dentro.

Antes de entrar decidí observar (hombre precavido vale por 2).

Una peluquera leía una revista en la parte de atrás mientras otra de su especie le cortaba el pelo a una joven. Las tres se veían muy contentas y conversadoras.

Por unos segundos pensé en entrar y pedir un corte de pelo. Pero el asunto no es tan fácil para mí.


¿Qué pasaría si me lo cortan mal?

¿Qué pasaría si la señora no entiende lo que yo quiero?

¿Qué sería de mí con el pelo corto en exceso?

¿Qué pasaría si la señora se equivoca y me corta una oreja?

¿Qué pasaría si... ? Ni siquiera quiero pensarlo!


Por un segundo recordé a mi antiguo peluquero.

Recordé su sonrisa de orgullo cuando me decía que su único sueño era ver a sus hijos entrar a la U como yo.

Recordé su alegría al divisar un futuro que jamás pudo vivir (y que a lo mejor sin él jamás se pueda llevar a cabo).

Con ese tipo de recuerdos uno no puede cortarse el pelo.

T_T



La peluquera desocupada salió y se acercó donde estaba yo.


- ¿En qué puedo ayudarle señor?
- Ehm... nada... sólo miraba
- ¿Qué cosa?
- Bueno... ehm... el vidrio pos.
- Aah... pensé que estaba mirando a la niña que se está cortando el pelo.
- Claro, también a ella.
- ¿Y qué le parece?
- ¿La niña o el corte de pelo?




Volví a mi casa... siendo el mismo de antes, un poco más triste a lo mejor.

Hoy no me corté el pelo. Mañana seguro que sí.





2 grandes Comentarios:

At 1:50 a. m., Anonymous Anónimo dijo...

Emmm..cortarse el pelo para algunos es un tema delicado..a mi me da lo mismo kien me lo corte...pero de preferencia ke sea un hmbre..tengo un gran trauma con la peluqueras ><
Ojala encuentres peluquero ;)

 
At 12:21 a. m., Blogger Sebastián dijo...

Sigo buscando...

Aún con el pelo "largo".

T_T

 

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